EL CAMINO

Historia Lecto-escritora
Gyna Vanessa Galvis Díaz

· ASOMBRO POR LA PALABRA ESCRITA

Así es como todo pequeño que aún no conoce el lenguaje escrito, me sentí atraída hacia su mundo y con privilegio de haber nacido en el seno de una familia muy lectora, disfrutaba ratos de escuchar cuentos infantiles y hasta las mil y una noches en la voz de Enrique, el novio de una de mis tías.

Me caractericé por ser una niña curiosa, encantada por todo lo que ocurría a mi alrededor y desde muy temprana edad quise conocer todos los fenómenos físicos como la lluvia que cae, las aves que vuelan, el rió que corre, entre otros, y gracias a mi familia pude leer los mensajes de la naturaleza que hoy siguen siendo mi guía.

Fue entonces cuando mi nonito empezó a guiar mi torpe mano para ir dándole forma a las vocales, para luego construir el alfabeto y con ayuda de la cartilla “La Alegría de Leer” retratar por primera vez en el papel palabras de mi mundo: mamá, papá, casa, y otras, fueron pocas de las cosas que mis nonitos, Pepe y Carmen me enseñaron, despertando en mí el interés por estudiar.

· LAS ATADURAS DEL COLEGIO

Al iniciar mis estudios en Zinder en un jardín infantil cerca de mi casa, afiancé los conocimientos que ya tenía, de forma que al empezar a estudiar en la Escuela Anexa a la Norma de Bucaramanga era una alumna avanzada, no solo en las letras, sino que también descubrí la belleza de las matemáticas.

La escuela transcurrió con calma entre juegos y amiguitos, pero el cambio al bachillerato en la Normal fue drástico.

En éste nivel ocurrió que solo importaba la gramática y leer aburridísimos libros como los textos de Tomás Carrasquilla y sor Juana Inés de la Cruz.

Después de haber sido tan libre en la primaria, me sentí ahogada en mi clase de español o lengua materna, materia de énfasis de la escuela en ese tiempo.

Y ocurrió que a pesar de tener que hacer una tras otra lectura obligada, me vi afectada por los textos científicos estudiados en otras asignaturas y devoraba cuanto libro encontraba.

De la clase de español, solo me entusiasmaba el concurso de lectura, actividad en la cual tuve la oportunidad de participar. Éste, dirigido por la profesora Amira Sandoval, consistía en reunirnos por grupos a disfrutar de lecturas de revistas científicas y luego responder preguntas de comprensión del texto, además contaba con preguntas comodines y otras que ayudaban a ganar puntos. Dos veces me hallé favorecida por el primer lugar, haciendo equipo con el profesor Gil Eduardo Velandia, profesor de álgebra.

De forma similar, en el concurso de lectura oral, guiado entre otros por el profesor Germán Chapeta, me encontré entre los primeros lugares.

Gracias a estas lecturas libre escapé de las tan agotadoras clases de español.

Otra de mis aficiones eran los textos filosóficos, éstos me ayudaron a desarrollar habilidades de análisis e interpretación de textos. Junto con la profesora Zoila hicimos un buen equipo para el progreso de la clase.

El colegio me dejó como enseñanza, una bien formada rutina de lectura y la seguridad del autoaprendizaje en las ciencias, fortaleza inspirada por Carlos Bautista.

· LECTOESCRITORA INDEPENDIENTE

Por la seguridad que ofrecen las ciencias y la exactitud de las matemáticas, decidí seguir una rama muy popular en mi familia, la ingeniería.

Fue aquí en la universidad donde entendí lo que era se una estudiante independiente, valor muy inculcado en el colegio por varios de mis profesores que también dictaban clases en la UIS.

No fue difícil para mí tener que responsabilizarme de mi aprendizaje.

Los frutos de esa rutina de lectura se fueron adaptando y con ayuda de resúmenes, cuadros sinópticos, comparativos, paralelos y otras ayudas pedagógicas, me puse a la par de mis compañeros egresados de colegios técnicos que siempre iban a la cabeza en toda asignatura.

En la actualidad tengo estabilidad en mi formación como Ingeniera Mecánica teniendo la posibilidad ahora de adelantar mis estudios en Bellas Artes donde la palabra se hace expresión plástica, poesía y filosofía con líneas, colores .. en silencio.